Voy a compartir una de las muchas cosas que me pasan a diario y que, a fuerza de oir a mis allegados reirse de mí, he concluido que no son muy corrientes.
Siempre he sido de natural despistada, más bien rayando en la enajenación mental.
Pués bien, ayer, en Armilla, termino mis quehaceres y me dispongo a salir en dirección a la circunvalación. Iba acompañada de una amiga y, como no, charlando por los codos. En esto que llego a un cruce con un stop en mi carril, tenía que torcer a la derecha pero veo una furgoneta a mi izquierda y me detengo, le digo que pase y me hace un gesto que yo , parece ser , entendí mal.
Como no pasaba , me decido y giro a la derecha, bordeo una fila de coches que había "aparcados" a lo largo de la calle y llego al semáforo, me paro y miro al coche de al lado. El ocupante me dice, con cara de asombro que qué hago alli, al mismo tiempo veo un coche parado en frente mia pidiendome paso y, en ese momento me doy cuenta que los "aparcados" estaban parados en el semáforo, que la calle no era de sentido único, que yo me habia colocado en el carril de sentido contrario y que estaba en doble fila delante del semáforo impidiendo el paso al que venía de frente.
Me dió un ataque de risa , el de al lado se contagió, supongo que al ver mi inesperada reacción, el de frente no salía de su asombro y los de la cola, sin dar crédito a lo que veían, ni siquiera pudieron pitar.
En fin, me dieron paso y yo, con gracia torera, seguí mi camino y ahí quedó.
Entro en Granada por Méndez Núñez, llamo a un amigo al que tenía que recoger en el Triunfo y me dirijo allí. A la altura de San Juán de Dios lo veo por la calle, a paso rápido y en dirección al lugar donde habíamos quedado. La calle estaba abarrotada de gente. Al pasar a su lado abro la ventanilla, toco el claxon y le grito -¡Guapo!, ¿te llevo? - y, como era de esperar, me había equivocado y no era la persona que creía. Todo el personal me miraba, unos muertos de la risa, otros sorprendidos , el interesado con interés y yo como una amapola.
En fín , alguna que otra cosilla más a lo largo del día y así muchos al cabo del año.
Al menos, creo yo, el piropeado llegaría a casa diciendole a su mujer: ¡María, he triunfado en San Juán de Dios, me ha invitado a subir a un coche una rubia muy bién puesta!
(Porque, he de aclarar que, por la mañana estuve de peluquería y demás cosillas).
De vez en cuando, menciono alguna de estas para saber si realmente sólo a mi me pasan estas cosas.
.)